LA HORA LOCA DE LO ABSURDO
- Guillermo Santana Araque
- 28 abr 2019
- 1 Min. de lectura
He descubierto que tengo un diente roto... Me lamo y relamo ese diente como lo hizo Pedro Emilio Coll mientras a duras penas comía su col de Bruselas o como el perro labrador que lamia mi calva.
Las ideas geniales se agolpaban en mi mollera mientras practicaba el silencioso deporte de lamer y lamer mi pobre diente.
Allí, aparte de descubrir la fórmula del agua tibia, hice grandes descubrimientos filosóficos sobre los cuales Sócrates se quedó pendejo.
Descubrí como los antiguos persas eran mas inteligentes que nosotros y también descubrí como el venezolano llegó a convertirse en "el adorador del becerro de oro" de la revolución del siglo XXI.
No nos enfrasquemos en nimiedades, pues ya la ciencia se ocupa un poquito antes de tiempo, de estudiar como se estimula la glándula pineal con solo dar un par de lambuceadas al diente roto.
La ciencia me respeta y ya se pelean por mi lóbulo cerebral derecho, para estudiar las neuronas que crearán el hombre que no pudo crear Hitler, "el súper humano retratado en las walk

irias por Richard Wagner"
La técnica de lamer el diente roto fue imitada por Peter Seller en su film "Desde el jardín"
Esta es una técnica que permite pensarlo todo pero sin decir nada.
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